Exploran con el ALMA la helada frontera tras la cual se forman planetas y cometas.
(23 Julio 2013 - ESO) Por primera vez se ha obtenido una imagen de una línea de nieve en un remoto sistema solar muy joven. Se llama así a la región del disco protoplanetario alrededor de de una estrella en formación donde se acumula la nieve de elementos volátiles (H2O, CO2, CO y Metano) expulsados desde el interior más caliente de los sistemas planetarios en formación, estos se condensan al encontrarse con regiones más frías, alejadas de la estrella, formando una región rica en nieve.
La línea de nieve, observada en el disco que rodea a la estrella de tipo solar TW Hydrae, promete revelarnos más sobre la formación de planetas y cometas, y de los factores que influyen en la formación de sistemas planetarios como el nuestro. Los resultados se publicaron en la revista Science Express.
Imagen arriba: Concepción artística que muestra la línea de nieve en TW Hydrae; podemos ver granos de polvo cubiertos de agua helada en la parte interior del disco (entre 4,5 y 30 unidades astronómicas, en azul) y granos de polvo recubiertos con hielo de monóxido de carbono en la parte externa del disco (>30 unidades astronómicas, en verde). La transición de azul a verde marca la línea de nieve del monóxido de carbono. Las líneas de nieve ayudan a que los granos de polvo se peguen entre ellos al proporcionarles una cobertura adherente, lo cual resulta esencial para la formación de planetas y cometas. Debido a los diferentes puntos de congelación de los diferentes compuestos químicos, pueden encontrarse diferentes líneas de nieve a diferentes distancias de la estrella. Crédito:
B. Saxton & A. Angelich/NRAO/AUI/NSF/ALMA (ESO/NAOJ/NRAO)
Utilizando el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), los astrónomos han obtenido la primera imagen de una línea y región de nieve en un sistema solar en formación. En la Tierra, vemos como las líneas de nieve de las montañas se forman a grandes altitudes en las que las temperaturas, al bajar, transforman la humedad del aire en nieve. Esta línea puede verse claramente en una montaña, en la que vemos bien delimitada la cumbre nevada y la zona en la que comenzamos a distinguir la superficie rocosa, libre de nieve.
Las líneas de nieve en torno a estrellas jóvenes se forman de un modo similar, en las regiones más alejadas y frías de los discos donde se forman los sistemas planetarios. Comenzando en la estrella y moviéndose hacia fuera, el agua (H2O) es la primera en congelarse, formando la primera línea de nieve. Más allá de la estrella, a medida que la temperatura cae, otras moléculas más exóticas pueden llegar a congelarse y convertirse en nieve, como es el caso del dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4), y el monóxido de carbono (CO).
Estos diferentes tipos de nieve dan a los granos de polvo una cobertura externa que ejerce como pegamento y juega un papel esencial a la hora de ayudar a estos granos a superar su habitual tendencia a romperse tras una colisión, permitiéndoles, por el contrario, convertirse en piezas fundamentales para la formación de planetas y cometas. La nieve, además, aumenta la cantidad de materia sólida disponible y puede acelerar de forma sorprendente el proceso de formación planetaria.
Cada una de estas diferentes líneas de nieve — para el agua, el dióxido de carbono, el metano y el monóxido de carbono — puede estar relacionada con la formación de diferentes tipos de planetas [1]. Alrededor de una estrella parecida a nuestro Sol, en un sistema solar similar, la línea de nieve del agua se correspondería con la distancia que hay entre las órbitas de Marte y Júpiter, y la línea de nieve del monóxido de carbono se correspondería con la órbita de Neptuno.
La línea de nieve detectada por ALMA es la primera detección de una línea de nieve de monóxido de carbono en torno a TW Hydrae, una estrella joven que se encuentra a 175 años luz de la Tierra. Los astrónomos creen que este incipiente sistema planetario comparte muchas características con nuestro propio Sistema Solar cuando tenía tan solo unos pocos millones de años.
“ALMA nos ha proporcionado la primera imagen real de una línea de nieve en torno a una estrella joven, los cual es extremadamente emocionante, ya que esto nos habla de un periodo muy temprano en la historia de nuestro Sistema Solar” afirma Chunhua “Charlie” Qi (Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics, Cambridge, EE.UU.) uno de los dos autores principales del artículo. “Ahora podemos ver detalles antes ocultos sobre las lejanas regiones heladas de otro sistema solar similar al nuestro”.
Pero la presencia de monóxido de carbono podría tener consecuencias más allá de la simple formación de planetas. El monóxido de carbono es necesario para la formación del metanol, pieza fundamental de las moléculas orgánicas, más complejas y esenciales para la vida. Si los cometas transportasen estas moléculas a planetas rocosos en formación similares a la Tierra, nacidos en entornos cálidos, entonces esos planetas se enriquecerían con los ingredientes necesarios para la vida.
Hasta ahora, nunca se habían obtenido imágenes directas de las líneas de nieve porque siempre se forman en el plano central del disco protoplanetario, una zona relativamente estrecha, de manera que no podían precisarse su ubicación ni su tamaño. Por encima y debajo de esta estrecha región en la que se encuentran las líneas de nieve, la radiación estelar impide la formación de hielos. La concentración de polvo y gas en el plano central es necesaria para proteger el área de la radiación, de manera que el monóxido de carbono y otros gases puedan enfriarse y congelarse.
Con la ayuda de un truco muy ingenioso, este equipo de astrónomos logró penetrar en el disco y mirar muy de cerca dónde se formaba la nieve. En lugar de buscar nieve — dado que no puede observarse directamente — buscaron una molécula conocida como diazinio (diazenylium) (N2H+), que brilla intensamente en la parte milimétrica del espectro y es, por tanto, un objetivo perfecto para un telescopio como ALMA. Esta frágil molécula se destruye con facilidad en presencia de gas monóxido de carbono, por lo que solo aparecería, en cantidades detectables, en regiones en las que el monóxido de carbono se hubiese transformado en nieve y no pudiese destruirlo. Esencialmente, la clave para encontrar nieve de monóxido de carbono está en encontrar diazinio.
Imagen: Esta imagen del observatorio ALMA, en Chile, muestra en color verde la región en torno a la estrella TW Hydrae (en el centro) en la que se forma la nieve de monóxido de carbono. El círculo azul representa la zona dónde estaría la órbita de Neptuno si la comparásemos con el tamaño de nuestro Sistema Solar. La transición a hielo de monóxido de carbono podría a su vez marcar los límites interiores de la región en la que podrían formarse cuerpos helados más pequeños, como cometas o planetas enanos como Plutón y Eris.
Crédito:
ALMA (ESO/NAOJ/NRAO).
La extraordinaria sensibilidad de ALMA y su alta resolución han permitido a los astrónomos rastrear la presencia y la distribución del diazinio y encontrar un límite claro y definido, situado aproximadamente a unas 30 unidades astronómicas de la estrella (30 veces la distancia entre la Tierra y el Sol). De hecho, esto proporciona una imagen negativa de la nieve de monóxido de carbono en el disco que rodea a TW Hydrae, lo cual puede utilizarse para ver con precisión la línea de nieve del monóxido de carbono en el lugar en que las teorías predicen que debería estar — el borde interior del anillo de diazinio.
"Para estas observaciones tan solo utilizamos 26 de las 66 antenas que componen el total de ALMA. En otras observaciones de ALMA ya hay indicios de líneas de nieve alrededor de otras estrellas, y estamos convencidos de que futuras observaciones, con todo el conjunto de antenas, revelarán mucho más y proporcionarán mucha más información reveladora sobre la formación y evolución de los planetas. Espere y verá”, concluye Michiel Hogerheijde, del Observatorio de Leiden, en los Países Bajos.
Notas
[1] Por ejemplo, los planetas rocosos y secos se forman en la parte interior de la línea de nieve del agua (más cerca de la estrella), donde solo puede existir el polvo. En el otro extremo se encuentran los planetas gigantes gaseosos, que se forman más allá de la línea de nieve del monóxido de carbono.
Desde el espacio:
UN PLANETA AZUL INFERNAL
No porque sea azul tiene que ser amable. Telescopio Espacial Hubble descubre un planeta azul donde llueven trozos de vidrio.
(12 Julio 2013 - NASA) Un grupo de astrónomos que realizan observaciones en luz visible con el Telescopio Espacial Hubble de la NASA han deducido el color real de un planeta que orbita otra estrella de 63 años luz de distancia. Se trata del planeta HD 189733b, uno de los exoplanetas más cercanos que se pueden ver cruzando la cara de su estrella. La estrella HD 189733 es una enana naranja tipo K que brilla con magnitud 7,7 a 0,3º al este de la familiar Nebulosa Dumbbell (M27) en Vulpécula (el Zorro). Es posible verla con unos buenos binoculares en la Ascensión recta: 20h 00,7m y Declinación: +22º 43’. (Wikipedia).
Utilizando el Espectrógrafo de Imágenes del Telescopio Espacial Hubble midieron los cambios en el color de la luz del planeta antes, durante y después de una pasada detrás de su estrella. Al pasar frente a la estrella detectaron una pequeña disminución en la luz y un ligero cambio en el color de la luz. "Vimos la luz cada vez menos brillante en el azul, pero no en la luz verde o roja. Faltaba en el azul cuando se oculta", dijo el miembro del equipo de investigación Frederic Pont de la Universidad de Exeter, en el suroeste Inglaterra. "Esto significa que el objeto que desapareció era de color azul."
Imagen: Esta concepción artística muestra al exoplaneta HD 189733b en órbita de su estrella enana naranja, HD 189733. El Telescopio Espacial Hubble de la NASA midió el color de luz visible que refleja el planeta, que es de un azul profundo. Parece hermoso, pero su superficie es barrida por vientos de 6 mil km/h que arrastran trozos de vidrio. Crédito de la imagen: NASA, ESA, y G. Bacon (STScI)
Si se viera directamente, este planeta se vería como un punto azul profundo, que recuerda el color de la Tierra vista desde el espacio. Pero es allí donde termina la comparación.
En este mundo extraño turbulento, la temperatura durante el día es de más de mil grados Celcius, y posiblemente su superficie sea barrida por lluvias de vidrio - con aullantes vientos de 6 mil km/h. El color azul cobalto no proviene de la reflexión de un océano tropical como pasa en la Tierra, sino más bien una atmósfera brumosa, recalentada y con altas nubes mezcladas con partículas de silicatos. Los silicatos condensados con el calor podrían formar pequeñas gotas de cristal que dispersan la luz azul más que la luz roja.
Los científicos del Hubble y de otros observatorios han hecho intensivos estudios de HD 189733b descubriendo que su atmósfera es cambiante y exótica. Es uno de una extraña clase de planetas llamados Júpiter calientes que orbitan peligrosamente cerca de sus estrellas madres. Las observaciones arrojan nuevos datos sobre la composición química y la estructura de las nubes de toda la clase.
Las nubes a menudo desempeñan un papel clave en las atmósferas planetarias. La detección de la presencia e importancia de las nubes en los Júpiter calientes es crucial para la comprensión de los astrónomos de la física y la climatología existentes en otros planetas.
HD 189733b fue descubierto en 2005 y está a sólo 2,9 millones de kilómetros de su estrella madre, tan cerca que está gravitacionalmente bloqueado, como la Luna con la Tierra. Allí un lado siempre mira a la estrella y el otro lado está siempre oscuro.
En 2007, el Telescopio Espacial Spitzer de la NASA midió la luz infrarroja, o calor, del planeta, dando lugar a uno de los primeros mapas de temperatura de un exoplaneta. El mapa muestra el lado día y las temperaturas nocturnas secundarios en HD 189733b difieren en unos 500 grados Fahrenheit. Esto debería provocar fuertes vientos desde el lado diurno hacia el lado nocturno.
Desde La Silla:
¿3 PLANETAS EN ZONA HABITABLE?
Astrónomos piensan que las estrellas enanas rojas también pueden tener planetas en zonas habitables.