El pasado lunes 23, una inesperada y espectacular bola de fuego cruzó el cielo del noreste de Estados Unidos en pleno día, produciendo fuertes remezones en autos y ventanas de edificios, junto a un ruido semejante a un trueno ensordecedor.
Testigos lo describieron como un objeto incandescente "de color amarillo y más brillante que el Sol, que dejaba una breve estela de humo ". Los servicios de emergencia recibieron cientos de llamadas al 911. Aun está viva la impresión que produjeron las películas Armagedon e Impacto Profundo, ambas ambientadas en EEUU.
El Departamento de Defensa de EEUU, en base a observaciones de sus satélites de observación, informó que el objeto ingresó a la atmósfera sobre el Estado de Pensylvania, desde el este, desintegrándose sobre una zona de bosques. Por su velocidad, 62.000 km/h, se trataría de un trozo de asteroide, del tamaño de un automovil de unas 60 toneladas. Al estallar en la atmósfera liberó una energía equivalente a 3 mil toneladas de TNT, un quinto de la bomba de Hiroshima. Expertos descartaron informes que trozos del objeto pudiesen haber producido los incendios que comenzaron esa tarde en algunos maizales, explicando que si algo del meteoro logró llegar al suelo, no tendría la temperatura suficiente como para generar un incendio.
Miembros de varias organizaciones científicas han iniciado una campaña para recuperar algún trozo del objeto. (30/07/01)
11 Julio, 2001: La Agencia Europea del Espacio, ESA, firmó un acuerdo con su similar de China para instalar 10 instrumentos europeos en los satélites gemelos chinos Double Star, que volarán al espacio a fines del próximo año y a comienzos del 2003, en cohetes también chinos, modelo Larga Marcha 2C.
Los instrumentos son réplicas de otros que ya están en el espacio, a bordo de los satélites europeos Cluster, un grupo de 4 naves automáticas idénticas que estudian la "magnetosfera", la sutil nube de partículas cargadas atrapadas en el campo magnético de la Tierra, y de su interacción con la actividad del Sol. Estas partículas, generadas en el Sol, penetran hasta las cercanías de la superficie terrestre por las regiones polares y generan las llamativas "auroras", visibles en las zonas cercanas a los polos del planeta. Cuando su actividad crece en exceso, pueden llegar a afectar las comunicaciones y las líneas de suministro eléctrico.
El primero de los Double Star será lanzado a una órbita polar altamente elíptica, y en su parte más baja alcanzará 550 kilómetros de altura, mientras que la más lejana subirá hasta los 60.000 kilómetros. Su gemelo irá a una órbita de 350 x 25.000 kilómetros, cercana al ecuador de la Tierra. El pasaje le costará a la ESA, 8 millones de euros.
A bordo de granos de arena, y en medio de gigantescas tormentas de arena que tienen su origen en los desiertos norteafricanos del Sahel y el Sahara, toneladas de bacterias, hongos y viruses cruzan el océano Atlántico, aterrizando en el norte de Brasil, América Central, el Caribe y las regiones surorientales de Estados Unidos.
Todos los años, durante la temporada seca, se desarrollan gigantescas tormentas de arenas, cuyas partículas más finas son elevadas hasta 3.000 metros de altura, y empujadas por vientos que las llevan hacia el Oeste. Tardan una semana en cruzar el Atlántico.
La Dra. Virginia Garrison, del Departamento de Geología de EEUU, afirma que en base a estudios realizados en tierra, en el aire y mediante fotografías satelitales, han podido determinar que los vientos, los mismos que empujaron a Colón desde las Azores al Caribe, descargan 13 millones de toneladas de arena en este lado del Atlántico.
Lo más preocupante es que en muestras tomadas en el aire, mediante un avión que interceptó una de estas nubes de arena, se pudo comprobar que muchos de estos granos transportan microbios (bacterias y hongos), que logran sobrevivir el largo viaje. Estos son los causantes de los episodios de afecciones respiratorias, cuyas fechas coinciden generalmente con la ocurrencia de estas tormentas. Algunos de ellos han producido afecciones tipo influenza, alergias y hasta neumonías.
Pero las bacterias africanas no atacan sólo a los humanos; corales, plantas, animales y pájaros son también afectados por estos oportunistas viajeros africanos.
Foto: El satélite SeaWIFS de la NASA, captó esta imagen de una tormenta de arena sahariana en el momento de iniciar el cruce del Océano Atlántico
Flotas de alas voladoras, piloteadas desde el suelo por control remoto, como el Helios, volando en la estratosfera, sobre los 10 km de altura, podrían reemplazar a los costosos satélites de comunicaciones, sirviendo de retransmisores de radio o de telefonía celular. (Imagen NASA)
Volarán en una zona sin nubes y casi sin vientos, obteniendo la energía eléctrica que necesitan para mover sus hélices de celdas fotoeléctricas que se alimentan de la inagotable energía solar, acumulando la que necesitan para volar de noche, en células de energía electrolítica, que se cargan durante el día.
El Helios, el actual prototipo de "alas voladoras" fue construido para la NASA por la firma AeroVironment, siguiendo con el trabajo pionero de Robert Boucher, que construyó el primer avión a energía solar en 1974. El Helios es una versión mayor y mejorada de los modelos anteriores: Pathfinder, Pathfinder Plus, y Centurion
El extraño avión volando a 37 km/hora, batió en Hawaii, el lunes 13 de agosto, el récord de altitud para el vuelo con motor, alcanzando los 29.414 metros de altura. Sobrepasando por 1.500 metros el récord anterior para el vuelo sin cohetes.
Supera por 15 metros la envergadura de un Boeing 747 y pesa apenas 700 kilos, cuenta con 14 motores para mantenerse en el aire y por el momento es capaz de llevar una carga de 300 kilos distribuida en las alas. Es un diseño experimental destinado a desarrollar y probar tecnologías que permitan realizar vuelos en la estratosfera con aparatos livianos, utilizando tecnologías de bajo costo y amistosas con el ambiente.
El Helios sube o baja utilizando 72 elevadores ubicados en las alas, los que operando bajo las órdenes de un computador central cambian la posición de toda el ala. Para virar, se aplica una potencia mayor a los motores ubicados en un extremo del ala, disminuyendo los de la otra. Los críticos momentos del despegue y el aterrizaje los realiza a la velocidad de 30 km/h, la de una bicicleta.
Durante su hazaña El Helios, obtuvo la energía eléctrica para sus motores de los paneles solares sobre sus alas, y cuando llegó la noche y desapareció la luz solar, el Helios ocupó energía almacenada en baterías, lo que le permitió volar hasta pasada la medianoche. Luego comenzó a descender planeando y usando sus hélices para generar la energía eléctrica necesaria para controlar la nave, logrando finalmente un perfecto aterrizaje ya cuando era la madrugada del 14 de agosto.
Ampliando su capacidad de almacenar energía, este tipo de aviones, que vuelan en una zona sin mayores perturbaciones atmosféricas, podrían mantenerse volando por meses, monitoreando la Tierra desde la altura o sirviendo de retransmisores de comunicaciones, reduciendo la dependencia de los costosos satélites. Por su capacidad de volar en ambientes con poca densidad atmosférica, los hace útiles para la exploración aérea del planeta Marte.
La próxima misión del prototipo Helios es volar durante 4 días seguidos, sobre los 17.000 metros el año 2003. Los vuelos de larga duración necesitan un sistema de almacenamiento de energía muy liviano, basado en el concepto de "células de combustible". En éstas se utiliza la energía sobrante entregada por los paneles solares para, mediante la electrólisis, disociar moléculas de agua, produciendo oxígeno y helio que se almacenen en tanques separados. Durante la noche, cuando las células fotoeléctricas han dejado de producir energía, se invierte el proceso y el oxígeno y el helio son inyectados en la "célula de combustible" produciendo agua y electricidad. La electricidad se utiliza para hacer funcionar los motores del Helios hasta la mañana siguiente, cuando el ciclo comienza nuevamente.
Si el concepto funciona, se hará posible realizar vuelos de hasta meses sin descender, dando origen a los equívocamente llamados "satélites atmosféricos" *.
* Los satélites artificiales de la Tierra, vuelan en la exosfera sin necesidad de motores ni alas, ya que allí no hay aire que pueda sostenerlas. Usan sólo la caída libre alrededor de la Tierra, donde han llegado impulsados por un cohete, que los ha "inyectado" en una trayectoria parabólica, cuya curva coincide con la curvatura de la Tierra. Los satélites deben volar sobre los 200 kilómetros, para evitar ser frenados por la atmósfera y caer.
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